Nuestras huellas en el sendero
La vida de un hombre es un camino hacia sí mismo, la tentativa de un camino, la huella de un sendero -afirmaba Hermann Hesse. Y en este camino hacia nosotros mismos encontramos a los demás. No viajamos solos. Somos una pequeña, pero importante parte de un gran “Todo” en el que influimos y por el que somos influidos. Con nuestra aportación podemos mejorar la humanidad entera o ser parte de su destrucción. Somos únicos, diferentes y, por lo tanto, insustituibles y dignos de respeto.
No podemos respetar algo de lo que desconocemos el valor. El autoconocimiento es la base donde se asienta el respeto y el amor por nosotros mismos. El respeto por uno mismo es la consecuencia de dar un sentido a la propia vida, actuando de forma coherente con lo que pensamos y sentimos. En este sentido, nuestras acciones deben ser el resultado del trabajo de equipo entre pensamientos y emociones. Cada elección y pequeña acción cotidiana nos construye y coloca los fundamentos de un mundo interno, equilibrado o caótico. Cuando traicionamos nuestros valores, cuando por comodidad, por desidia o por ambición, actuamos sordos a nuestras necesidades, sueños, ilusiones, sentimientos e ideales… algo en nuestro interior se quiebra, y por esta rendija vamos perdiendo el autorespeto.