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Y la vida nos paro en tiempos del Covid-19

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Autor: M. Mercè Conangla / Jaume Soler

Y la vida nos paro en tiempos del Covid-19

Y la vida nos paró.

Nos paró un ser tan minúsculo que no podía ser cazado, atrapado, matado… Y nos sentimos impotentes. Un ser que consiguió lo que tantas asambleas, manifestaciones, peticiones no habían conseguido. Y lo sentimos poderoso y peligroso. A costa de mucho dolor, enfermedad y muerte. A costa de muchas pérdidas tangibles e intangibles. A costa del hundimiento de la economía, de pérdidas de trabajo. A costa de tanto… la vida - en formato virus - nos paró.

Y nos quedamos recluidos en casa. Casas-prisiones o casas-hogares; casas de los que tienen casa -y los sin casa y sin nada.

Agendas a la basura. Ciudades sin gente, tiendas cerradas. Sin coches, ni aviones, ni idas y venidas, sin aglomeraciones.

Se acabaron las prisas.

Todo se paró. Todo sigue parado.

Si consumir, consumiéndonos.

Sin consumir, sin saber qué hacer con el tiempo vacío.

Sin consumir, buscando ávida y desesperadamente con qué llenar nuestro tiempo.

Sin contaminación, sin tanto vacío, llevándonos la primera semana a una hiperactividad desatada en las redes, donde quien más quien menos se enreda.

Todo menos enfrentarnos al vacío.

Porque el vacío nos muestra quienes somos, despojados de capas superficiales, de maquillaje, de vestuario, de títulos, de fachadas.

Porque el vacío se alía con el silencio y nos permite sentir el latido de nuestro corazón, un tam-tam que nos llama a bucear en nuestro iceberg personal, a descender en el agua helada para reconocer quienes somos.

¿Lo oís? Es el silencio del “sin”

La ciudad sin ruido, sin coches, sin contaminaciones, sin gente apresurada.

La ciudad sin tentaciones, la publicidad sin consumidores, los locales sin clientes, los autobuses sin pasajeros.

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